Palabra Pública - N°12 2018 - Universidad de Chile

FASCISMO LATINOAMERICANO POR GRÍNOR ROJO Doctor en Filosofía de la Universidad de Iowa y Profesor Titular del Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos de la Universidad de Chile FOTO ALEJANDRA FUENZALIDA Y o estoy cada vez más convencido de que lo que llamamos fascismo es una tendencia per- manente de los seres humanos y de su historia. En lo que toca a Occidente y, con más precisión, en lo que toca a la historia del Occidente moderno, estuvo ahí desde el día uno. El Maquiavelo que en la Floren- cia del quinientos aconseja al Príncipe y le dice que lo que debe hacer para asegurarse de que tiene al Estado bajo control es “ganar amigos, vencer o con la fuerza o con el fraude, hacerse amar y temer por los pueblos, hacerse seguir y reverenciar por los soldados, eliminar a quienes pueden o deben ofenderte, innovar el anti- guo orden, ser severo y agradable, generoso y liberal, eliminar la milicia desleal, crear otra nueva, conser- var las amistades de reyes y príncipes de manera que tengan que favorecerte con cortesía o atacarte con respeto” es un buen ejemplo. Ese Maquiavelo, para quien la política consistía en el logro y la retención del poder a no importa qué precio, era un fascista de tomo y lomo. Y de ahí en más. En la América Latina del siglo XX hubo fascismo clásico en los ‘30 y en los ‘40. Más o menos grande en la Argentina, en Brasil y en México, y de media- na intensidad en Chile, en Perú y en Bolivia (para no hablar sobre los dictadores centroamericanos y caribeños, por ejemplo, sobre la condecoración a Mussolini por parte del Jorge Ubico en Guatemala ni sobre el bigotito a la Hitler que luce el domini- cano Trujillo en algunas de sus fotos más conoci- das). Postfascismo clásico hubo en Paraguay con la dictadura de Stroessner, que duró hasta 1989, y en el justicialismo argentino de la segunda época, el que se viene abajo con la revolución del ‘55. Perón, que dio refugio a cinco mil nazis escapados de la guerra y que se fue al exilio en el ‘55, escogió un itinerario sugerente: partió primero al Paraguay de Stroessner, luego a Panamá, donde tenía amigos de su misma persuasión desde hacía mucho, en segui- da a la Venezuela de Pérez Jiménez, de ahí a la Re- pública Dominicana de Trujillo, para rematar en la P.47 Dossier / Nº12 2018 / P.P.

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