Arte en la Chile - N°11 - page 7

Arte en la Chile
Revista de la Facultad de Artes
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S
e suele argumentar que, en el panorama actual, los cri-
terios y estándares con los cuales se evalúa la calidad y
el logro de las actividades académicas proceden en su
mayor parte de las ciencias exactas y naturales. Sin embargo,
esto es sólo hasta cierto punto así. En verdad, la matriz de los
criterios y estándares es económica: depende de una concep-
ción del conocimiento que lo entiende a partir de la producción,
es decir, de la contribución que el conocimiento hace y puede
hacer a la producción en general. Dicho de otra manera, que
aquellas ciencias definan el modelo de acuerdo al cual se juz-
ga y evalúa toda performance académica tiene que ver con la
relación en que ellas están con la producción económicamente
considerada. Y esto, a su vez, lleva a la idea de que el conoci-
miento mismo pertenece y se subordina al régimen general de
la producción. Con esto se tiene ya un principio para aplicar me-
diciones al conocimiento y a las actividades que éste involucra.
En consecuencia, no se puede asumir de manera acrítica la
batería de criterios, instrumentos e indicadores que se aplican
hoy -y desde hace ya sobrado tiempo- en la gestión universi-
taria. Pero tampoco se trata de invocar una excepcionalidad
rotunda. El punto es que cuando nos escudamos bajo el pre-
texto de que lo que hacemos es tan especial, muy fácilmente
se contrabandean cosas académicamente indeseables que
quieren ser inmunes a todo tipo de medición simplemente para
esconder su mediocridad.
Entonces, la cuestión no está en re-
chazar la aplicación de los criterios e
indicadores que miden el cumplimien-
to o incumplimiento de estándares y
metas. No se trata de eximirse de toda
normalidad del conocimiento, porque
sin ella no hay manera de percibir lo
Pablo Oyarzún
Director
Iniciativa Bicentenario
Juan Gómez Millas
OPINIÓN
Conocimiento,
producción y
creación
excepcional. La cuestión está en reco-
nocer que la concepción económica del
conocimiento no agota su naturaleza.
En esto las humanidades (y también las artes) tienen una sig-
nificación ejemplar, porque no tienen su foco en la producción,
sino en la creación. La producción se mide por su resultado
y su rentabilidad y esto determina su (con)mensurabilidad. En
cambio, la creación (en un sentido amplio del término, no limi-
tado a la labor artística con la que generalmente se la asocia,
sino como inherente al conocimiento) tiene su medida en la va-
riación, en la emergencia de la singularidad a la que se abre y
que busca sin certeza ni garantía. Es trabajo concreto y mate-
rial, que no carece de reglas y de operaciones aprendidas y es
perfectamente comparable y evaluable en este alcance. Pero la
variación y la singularidad sólo emergen cuando se interrumpe
la conmensurabilidad. De ahí que en la economía de la creación
(economía que le es inseparable, como es inseparable a todo lo
humano) haya un núcleo an-económico.
Fotografía: Nicolás Aros / IBJGM
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