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Nº 8 junio 2015 / El Paracaídas

cuidado por los demás, explica el profesor Maturana: “Lo que lo-

gró acabar con la epidemia fueron tres cosas: saber de qué se tra-

taba; entender su relación social y contar con la acción adecuada a

la mano. Si usted cuenta con estas tres cosas, no puede escaparse

a ser socialmente responsable y ético y eso es lo que pasa con las

epidemias”, dice acerca de una dimensión colectiva que se ha ido

relativizando con el tiempo y la contra información.

El dato objetivo sobre las cifras de inmunización de rebaño,

siguen la misma lógica mediática y capitalista que Diana y su

hijo Amaru rechazan. “Quienes dicen eso, derriban su propio

paradigma de las vacunas porque si ustedes están vacunados

no deberían tener miedo. Están diciendo que aunque tengan

su vacuna igual pueden contraer la enfermedad. Si tienen la

certeza, no deberían vivir esa paranoia. Si no tienes la in-

formación adecuada, logran venderte la imagen de la familia

sana y feliz que te venden las farmacias”, desafía esta madre

vegetariana que no ve noticias por que no tiene televisor y se

considera al margen de la influencia de los medios.

El doctor Soto aporta al debate epidemiológico con dos puntos

irreconciliables del debate: “el primero es sobre dónde termina

el legítimo derecho de las personas de no querer inocularse estos

‘sospechosos productos’llamados vacunas, frente a una epidemia

que suele ser dudosa y otra dimensión ideológica que asegura

que todas las vacunas son muy buenas, cuando en la realidad,

algunas pueden serlo y otras dejan bastante que desear”, dice.

Una postura intermedia sobre la relevancia de las campañas de

vacunación tiene el antropólogo y académico de la Facutad de

Ciencias Sociales, Andrés Gómez Seguel, quien recuerda que

en una pandemia reciente como la AH1N1, en plena crisis,

quedaron bodegas enteras de vacunas sin usar por este debate.

“Respecto a un eventual contagio hay que tomar en cuen-

ta que esos eventos no son solamente biológicos. Están más

bien constituidos por tramas muy complejas de sistemas

donde el bios, la tecnología y la sociedad se resuelven de ma-

nera imbricada”, explica Gómez sobre las posiciones pro y

antivacunas a las que define como “una disputa de saberes

y no como un retroceso social”. El antropólogo propone re-

currir a la información como un capital a la hora de generar

mayor conciencia sobre la inmunización.

“Por sobre todo la apelación a que cualquier cálculo indivi-

dual de afectación es una medida de riesgo que afectará a

otros en el presente o en el futuro. Como enseñan los estu-

dios en ciencia, tecnología y sociedad, la ciencia es profunda-

mente social”, sostiene.

Ante todo, dentro de las acciones de salud pública, las va-

cunas son consideradas por la Organización Mundial de

la Salud como el aporte más efectivo después de la imple-

mentación del agua potable. Sin embargo, el camino del

convencimiento parece ser más fructífero que uno legal,

cree Humberto Maturana: “como medida de protección, las

vacunas son uno de los más formidables avances científicos

de la humanidad. En ese sentido es fundamental utilizarlas

con sabiduría y también respetarlas para contribuir con el

bienestar social”, concluye.

En esa misma esfera, para Diana y su hijo Amaru; Enzo y su

hijo Diego, vivir sin las vacunas es un ejercicio que supone la

máxima libertad del ciudadano.Misma opción que tienen los

provacunas, cree la artista visual. “El argumento más eficaz de

quienes defienden las vacunas es el miedo, el pánico de que te

vas a contagiar, de que puedes morir, etcétera. Creo que si un

papá tiene miedo y cree que su miedo se aplaca poniendo una

vacuna, está bien. A diferencia de mucha gente, yo no busco

evangelizar a nadie, pero sí pienso que esas confianzas deben

ejecutarse con toda la información disponible”, recomienda a

escépticos y convencidos.

La paradoja que preocupa al doctor Avendaño es que en su mayoría, las personas

que deciden no vacunar a sus hijos son personas de estrato social medio alto,

con formación universitaria en muchos casos y con buen acceso a la información.

“No me lo explico. No es gente ignorante, pero sin embargo siguen esgrimiendo

estos mismos estudios que han sido verificados como fraudes”.