Palabra Pública N°18 2020 - Universidad de Chile

mas, la ciudad ha funcionado bien. Aunque el tema del abastecimiento es algo que siempre está rondando. —¿En qué sentido? —Ese es un tema: en un momen- to dado, si hay una crisis general, las cosas no van a llegar. Lo hemos vivi- do. Es una espada de Damocles en las regiones extremas y que ninguna autoridad puede pasar de largo. Hasta ahora hemos resistido bien, pero no es algo que podamos olvidar. —Decías que para los maga- llánicos el aislamiento no es algo nuevo. ¿De alguna forma eso ha determinado la manera en que han afrontado esta pandemia? —Creo que vivir en uno de los ex- tremos del país es algo que determina tu forma de ser, de relacionarte con el mundo. Modela el temple de sus habitantes. Entonces la palabra aisla- miento es algo con lo que siempre he- mos convivido. Lo curioso, ahora, es que la cuarentena es una legitimación de ese aislamiento, y entonces surgen otros problemas que siempre han es- tado ahí: el vivir tan lejos del centro metropolitano siempre ha hecho que todo sea más difícil, muchísimo más desigual, y eso ha quedado en eviden- cia con la pandemia. —¿Cómo se piensa el futuro desde el fin del mundo? —Hay dos factores que para mí son medulares y que no pueden pen- sarse por separado: el estallido social y la pandemia. Ahí están y seguirán estando ahí porque están cambiando nuestra forma de relacionarnos con el mundo. Son los pilares constitutivos de una nueva sensibilidad —escritu- ral, artística, estética— y no se pue- den evadir, están a la vista. El estallido social remeció las estructuras del país como no había ocurrido hacía mu- chísimos años. Los abusos del mer- cado y de los gobiernos que fueron serviles a las políticas de mercado: las Isapres, las jubilaciones, las colusio- nes de las empresas… Todo eso está puesto en entredicho, y para mi ge- neración, para los que fuimos jóvenes en los 90, todo esto me parece que ha sido una experiencia refrescante desde lo emocional, ver que se está movien- do el país… —¿Y la pandemia, cómo fun- cionaría en este entramado? —Creo que la pandemia nos obligó a entender que lo apoteósico no es algo que está en una distopía orwelliana o en una distopía de H. G. Wells, sino que es algo que está ahí, cuando voy a comprar al almacén de la esquina. La muerte como un fan- tasma acechante que nos interpela a cada rato. Me imagino que la litera- tura va a dar cuenta de todo esto, que se escribirá y reescribirá la historia de nuestro paso por estos días. —¿Probablemente vengan mu- chos textos autobiográficos, no? —Tal vez. Lo que pasa es que los bombazos están súper cerca. Hay amigos enfermos, gente que uno co- noce. Nadie está a salvo. Pero creo que todavía estamos muy perplejos, medio noqueados, entonces no ha llegado el momento de la lucidez ni la interpretación de todo lo que hemos vivido en estos meses. “Creo que vivir en uno de los extremos del país es algo que determina tu forma de ser, de relacionarte con el mundo. Modela el temple de sus habitantes. La palabra aislamiento es algo con lo que siempre hemos convivido”. Alejandra Fuenzalida 77

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=