Palabra Pública N°18 2020 - Universidad de Chile

libros en formato Epub, PDF y Mobi, prestados por un plazo limitado para leer en computadores, tablets y celula- res, junto a más de 800 audiolibros disponibles. La idea es promover la lectura digital y la producción editorial local, y a su vez respetar los derechos de propiedad intelectual. Las editoriales, por su parte, cobran por las descargas o venden el material. “Ha sido una de las mejores noticias para el mundo editorial independiente y para los lectores. Asumo que se debe a que es gente que ama los libros y que por ser un espacio nuevo todavía no ha sido cooptado por los ti- burones editoriales”, señala Luis Cruz de Librosdementira. En tanto, Los Libros de la Mujer Rota, Edicola, Overol y Alquimia también han digitalizado parte de su catálogo para la biblioteca, pensando en que cada vez hay más lecto- res mixtos, que escogen tanto el papel como lo digital. Para Los Libros de la Mujer Rota, el desafío es digitalizar todo el catálogo: “Algunos leen nuestros libros desde esa platafor- ma y luego compran en físico”, precisa Núñez. Sin embargo, frente a la masiva digitalización, hay quienes todavía defienden los atributos del libro en papel. “Creo que el libro es un objeto único, hay un romanti- cismo y una historia en torno a la producción artesanal”, opina Gladys González. Algo similar sostiene Berta Con- cha, de Liberalia: “En estos largos meses de cuarentena frente a las pantallas, profesores y estudiantes confiesan la nostalgia y necesidad de libros impresos, su comodidad y su increíble funcionalidad”. Por su parte, Juan Manuel Silva, de Montacerdos, cree que aún es pequeño el espacio del ebook , aunque es previsible que su importancia au- mente y que, en contraste, el libro en papel vuelva a un estatuto de lujo y excepcionalidad. En el caso de Pez Espiral, una editorial que se inspira en el libro como objeto poético, la materialidad es muy rele- vante. Así lo explica Daniel Madrid: “El libro físico es vital para nuestros objetivos. La idea del ebook la estamos recién experimentando, liberando gratuitamente algunos títulos”. De hecho, en tan sólo dos meses la editorial ha tenido en promedio tres mil descargas, luego de haber liberado un libro de Daniela Catrileo y otro de Gladys González. Paralelamente, ha pasado algo interesante en la venta de los catálogos, donde libreros y editores notan la inclinación del público lector por clásicos de la literatura. “Me atrevería a decir que la gente está ocupando el tiempo en libros pen- dientes que sienten el deber de leer. Desde Virginia Woolf, Susan Sontag y Nicanor Parra hasta contemporáneos que están sonando, como Mariana Enriquez, Selva Almada, Chimamanda Ngozi, principalmente autoras”, dice Carlos Cardani de Pedaleo. En la misma línea, desde Alquimia han notado que el público se interesa inusualmente por títulos de poesía. “La gente tiende más al fondo editorial que a la novedad”, re- flexiona Arroyo, y cree que ahora hay cierta tendencia por los clásicos, quizás a partir “de una pulsión por salir de la contingencia”. Álvaro Matus comparte este diagnóstico, pues cree que se ha revalorizado al libro en un escenario de teletrabajo y encierro. “Se convierte en un panorama, sobre todo cuando ya has estado ocho horas conectado a la pantalla. Es necesario distraerse y el libro puede que esté en esa frontera”, explica el editor de Hueders. Al mismo tiem- po, cree que muchas veces la elección recae en un clásico al momento de gastar dinero: “Una sandía calada. Esos libros que te hablan como si no hubiera pasado el tiempo”. El equipo editorial de Montacerdos, que en esta pandemia comenzó a vender parte de su catálogo en una botillería de Providencia, propiedad de la familia del editor Juan Manuel Silva. 58

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