Palabra Pública N°18 2020 - Universidad de Chile

“Temo que si Trump vuelve a ganar por otros cuatro años se destruirán para siempre los cimientos de la democracia en EE.UU. y, por consecuencia, en Occidente”. S on tiempos difíciles para ser un corresponsal todo terreno. La pandemia del Covid-19 ha dejado al mundo en modo de espera y en el ejercicio del periodismo se hace sentir con más fuerza que nunca la ausencia de la calle y el reporteo cara a cara. Jon Lee Anderson (1957) sabe mejor que nadie lo que se sien- te y suelta un bufido frente a la pantalla de WhatsAap al admitirlo: “Mira, la verdad es que no he salido de casa desde febrero, lo cual para mí es casi inconcebible. No estoy acostumbrado a estar tanto tiempo en un mismo sitio y ya me pongo inquieto, espero ver si en julio es posible viajar a algún lado”, dice el periodista estadounidense sentado en el comedor de su casa de campo en Essex, Inglaterra, donde al menos puede salir a caminar, junto a sus perros, un buen trecho hasta la la playa. El resto del tiempo sigue trabajando, avanzando en sus investigaciones, hablando con sus fuentes a distancia o participando de charlas virtuales como la que dio a me- diados de junio en el contexto de la 10° edición del Festi- val Puerto de Ideas. Lo cierto es que Anderson ha construido una trayectoria de casi cuatro décadas como reportero en terreno, descifran- do las tramas de la política y las sociedades en Latinoamérica y como corresponsal en zonas de guerra, tras los atentados a las torres gemelas en 2001, como Irak, Palestina y Afganis- tán. Ha escrito, además, perfiles reveladores de algunos de los personajes más controvertidos de la región como Hugo Chávez, Fidel Castro, Che Guevara y Augusto Pinochet; y desde 1998 ostenta ser una de las firmas fundamentales del New Yorker, una de las revistas más prestigiosas de EE.UU ., aunque también ha colaborado para The New York Times, Le Monde y The Guardian. Para Jon Lee Anderson, la actual crisis gatillada por el asesinato del afroamericano George Floyd puede ser un momento crucial para comenzar a recuperar el camino democrático en EE.UU. , que según él ha estado extravia- do desde que hace tres años y medio Donald Trump llegó a ocupar la Casa Blanca. —¿Cree que esta nueva revuelta antiracista en EE.UU . pueda minar la reelección de Trump? Sí, totalmente. Él es un racista y ya no puede engañar a nadie. Frente al movimiento, él respondió con desdén y ame- nazas a la gente que se manifestaba a favor de un mejor trato por parte de la policía y menos racismo en la sociedad. Por primera vez hemos visto una especie de golpe en lo que ha sido su aureola de poder y triunfalismo. Parecía que nada lo podía dañar, era como si el país estuviera pasmado y le daban paso libre a todo lo que quisiera hacer, violentando las leyes, con total irrespeto para la democracia misma. Entonces, en- horabuena que mujeres, hombres, blancos, negros, de todas las clases sociales y sobre todo jóvenes, han salido a las calles finalmente. En estos años vimos que la juventud reaccionó con lo del cambio climático y también hubo manifestaciones en torno a los derechos de género, LGBTIQ y el movimien- to #Metoo, pero nada le amenazaba a él en lo más mínimo. Ahora estamos viendo una efervescencia social que yo estoy esperanzado en que lo lleve fuera del poder. Es muy necesario porque temo que si él vuelve a ganar por otros cuatro años se destruirán para siempre los cimientos de la democracia en EE.UU . y, por consecuencia, en Occidente. —¿De qué forma ha influido la figura de Trump du- rante esta crisis sanitaria mundial? En EE.UU . ha sido un desastre. Liderazgo no ha habido, la forma en que Trump respondió a la pandemia ha sido de- sastrosa y no dista mucho del comportamiento de Jair Bolso- naro en Brasil, quien yo creo ha emulado el comportamiento de Trump hasta en esa idea de tomar hidroxicloroquina para contrarrestar al virus, lo cual no resuelve nada. Ambos han negado y menospreciado el virus, han intentado a su vez es- quivar las medidas sanitarias estrictas que afectarían la econo- mía, haciendo la guerra a los gobiernos de los Estados para, si la economía va en recesión, poder echarle la culpa a otros por haber hecho los controles. Su irresponsabilidad y negligen- cia es criminal, estamos hablando de muertes. Realmente es muy lamentable que los dos países más grandes geográfica y económicamente hablando en el hemisferio sean gobernados por dos hombres que no debieran estar en el poder sino en un calabozo. Trump es un malandra y Bolsonaro ni hablar, ambos son antisociales, narcisistas y violentos. —¿Por qué cree que las democracias se han vuelto tan frágiles en América Latina? Si bien hubo un arranque de lo que podríamos llamar la era democrática en América Latina, creo que no ha avan- zado lo suficiente como para salvaguardar esas sociedades. Las democracias son frágiles, precarias, justamente porque hay demasiados países con prácticas poco transparentes, compras de votos, hay muchos trucos que se pueden hacer para hacer perder a alguien o para denegar el voto a un sector de la población. El principal problema que yo veo en la región es la falta de Estados de derecho y no hablo 36

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