Palabra Pública N°16 2019 - Universidad de Chile

tanto, el tema es seguir movilizados y de alguna manera presionar claramente hacia una participación más determinante. Es esa presión popular, me parece, la que logró sitiar a la política, es decir, el 15 de noviembre responde a una especie de política sitiada, una casta política sitiada por la asonada popular, de ahí que ofrecen iniciar un proceso constitu- yente. Ahora bien, ahí agregaría que todavía es una cuestión muy ambigua en muchos puntos, porque se produce en un momento de alta desorganización, incluso en la derecha. —Respecto al acuerdo para iniciar un proceso constituyente, gran par- te de la discusión se ha centrado en el mecanismo, pero no se ha hablado tanto sobre los contenidos que debería incluir el cuerpo legal a fin de cam- biarlo estructuralmente y que dé respuesta a las demandas sociales. ¿Cómo deberíamos abordar el tema del tipo de país que se construye a partir de una Constitución? Una Constitución consagra un modelo de sociedad, un modelo socioeco- nómico, incluso, y creo que el agotamiento de la que actualmente nos rige es el agotamiento de estos modelos hoy existentes. Por lo tanto, pensar una nueva Constitución es la oportunidad de pensar un nuevo modelo de sociedad y un nuevo modelo socioeconómico. En estos momentos, son los sectores más rentistas del empresariado los que se repliegan y tratan de estrujar esa situa- ción al extremo. Lo impresionante de lo que estamos viendo es que todos los sectores empiezan a movilizarse, o sea, incluso los sectores que tú menos hubieras pensado. Tenemos que pregun- tarnos qué Chile queremos para el 2050. —Y pensando en esta oportunidad, ¿cuáles, a tu juicio, son las discusiones que debería- mos estar teniendo respecto al carácter que debe tener la Constitución? ¿Quiénes deberían estar participando en esa conversación? Hay dos dimensiones. Una, la que tú mencionabas, es la de los métodos, la discusión pro- cedimental. Eso es muy importante y tiene que ver, sobre todo, con garantizar la participación. Creo que esta es una sociedad que ha dejado clarísimo que no quiere ser representada y que está exigiendo participar directamente en esto. Por lo tanto, métodos como la asamblea constituyen- te y otros similares están siendo muy demandados en estos días. Otra dimensión, que tiene que ver más bien con el fondo y el contenido, ha sido un poco postergada, y me parece que es muy importante tenerla en cuenta. Por ejemplo, hasta ahora nos basamos en modelos de crecimiento en función de la explota- ción de recursos naturales, que es lo que se conoce como modelo extractivista o modelo primario exportador. Es muy sabido que esos modelos tienden a producir una enorme concentración de la riqueza porque explotan un trabajo muy precario, de muy poca capacidad de agregar valor a las exportaciones, porque lo que arrancan son las materias primas y las mandan en estado líqui- do, prácticamente, hacia afuera. Esas sociedades tienden a producir modelos de crecimiento que intrínsecamente conducen a una sociedad muy desigual, y contra esa desigualdad está estallando toda esta sociedad en este momento. —En tu último libro, La política en el neoliberalismo , trazas los orígenes y el desarrollo de este sistema hasta llegar a Chile, un caso que suele conocerse como el “experimento chileno”. Tomando la idea de que Chile fue el laboratorio del neoliberalismo, al parecer los tubos de ensayo de ese laboratorio explotaron. ¿Por qué crees que este estallido se produce justamente en nuestro país? “A lo que ocurre en Chile yo le he llamado ‘neoliberalismo avanzado’ para compararlo con el caso brasileño y argentino, que son las otras dos analogías que utilizo en el libro, pero prácticamente no tiene equivalente universal”. 22

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