Palabra Pública - N°13 2019 - Universidad de Chile

lo que realmente es: no la autora de una “ideología del género” (falsa con- ciencia, manipulación y adoctrina- miento) sino, al revés, una pensadora cuya “teoría crítica” desnaturaliza los fundamentos —morales, religiosos, culturales— de la ideología sexual do- minante llamada “patriarcado”. Una ideología que nunca se nombra a sí misma como tal, sino que disfraza su aparato doctrinal bajo las apariencias de una “agenda valórica” que proyecta en la sociedad entera su creencia me- tafísica en una esencia universal de lo femenino-materno. Siendo una de las exponentes más destacadas de la “teoría crítica” en la filosofía contemporánea, la autora de El género en disputa (1990) practica una crítica de la ideología de géne- ro que nos sirve para explicar cómo lo que el conservadurismo disfraza de “naturaleza sexual” está hecho de construcciones de signos que, invisi- blemente, anudan cuerpos, poderes y representaciones en tramas de intere- ses y dominación masculinas. Los desbordes queer Las corrientes queer —inspiradas por la obra de Judith Butler— le cri- tican al feminismo su regulación del término “género”, por considerarlo responsable de reafirmar el binaris- mo masculino-femenino de la matriz heterosexual, dejando fuera de su re- corte normalizador a las “disidencias sexuales” (gays, lesbianas, trans, inter, etc.). Estas corrientes queer han sido productivas para el feminismo porque lo han obligado a introducir la mul- tiplicidad de las diferencias en su or- denamiento masculino-femenino del género, desencializando, de paso, el referente “mujeres” como sujeto pleno y homogéneo del programa feminista. Las teorías de la filósofa estadouniden- se han desestabilizado críticamente la normatividad del discurso de género, invitando al feminismo a incluir a las sexualidades discordantes en su trayec- to de reformulación antipatriarcal de las identidades subordinadas. Judith Butler siempre ha insistido a lo largo de su obra que “no bastará ninguna definición simple del géne- ro y que es más importante seguirle la pista al término, que elaborar una definición estricta y aplicable. El tér- mino ‘género’ se ha convertido en el emplazamiento para la pugna entre varios intereses”, escribe en Desha- cer el género (2012). Siendo alguien que da cuenta de las ambivalencias y contradicciones que fisuran las ca- tegorías, realizando incesantes movi- mientos de ida y vuelta que le hacen revisar su propio pensamiento, esta cita anterior nos sirve para pregun- tarnos lo siguiente: frente al avance mundial de las ultraderechas que tienen al feminismo como enemigo principal de sus campañas contra la “ideología de género”, ¿no valdrá la pena seguir defendiendo hoy la con- quista teórica que representa para el feminismo la conceptualización del término “género” (por mucho que las teorías queer lo coloquen bajo sos- pecha) y movilizar los usos tácticos de dicho término con más filo que nunca en contra del neoconservadu- 7

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