Palabra Pública - N°13 2019 - Universidad de Chile

bién en Atenas. “El proyecto fue aco- gido con entusiasmo por su director, Adam Szymczyk, y después por todo el equipo de asistentes que colabora- ron conmigo para preparar la exposi- ción —cuenta—. Mi reto, entonces, fue articular una narración, un relato curatorial que restaurara la posibili- dad de que el trabajo de Lorenza fue- ra entendido como arte, arte perfor- mativo, pintura, fotografía; no como terapia ocupacional de una persona supuestamente discapacitada”. En paralelo, Preciado fue recons- truyendo la vida de Böttner, y así en- contró un número de la revista Mam- pato de noviembre de 1973 —editada entonces por Isabel Allende—, en el que se publicó una nota sobre ella titulada “Un muchacho ejemplar”. “(Ernst) apareció un día en la oficina a entregar sus dibujos como colabo- ración a la revista. Estaba de paso en Santiago con su mamá, ya que en po- cos días más tomaría un avión que lo llevaría a Alemania”, se lee en el texto, donde se apunta que por entonces cursaba octavo básico en el Colegio Alemán de Punta Arenas. Ese viaje, con el que pretendía acceder a tera- pias especializadas, fue un trayecto sin retorno: Lorenza Böttner volvió a Chile apenas un par de veces, de ma- nera muy breve, antes de morir. En su crónica, Lemebel cuen- ta que a pesar de haber hecho una performance en Santiago, pasó casi desapercibida en el ambiente cultu- ral local: “La acción de Lorenza en Chile se realizó una calurosa tarde de domingo en la galería Bucci, ante un escaso público y la mirada ocio- sa de las parejas que salen a vitrinear los días festivos. Alguien preguntó si era parte de la Teletón, y lo hicie- ron callar mientras la bella manca proyectaba su sombra etrusca en los muros de la galería (…). Al pasar por un regimiento, los milicos de guardia le tiraron besos y algo le gritaron. Y ella, sin incomodarse, abrió de par en par su capa y les contestó que bueno, pero de a uno”. Entre los chilenos que la conocie- ron, según la crónica de Loco afán , es- taba el artista Mario Soro, quien enta- bló una amistad con ella cuando fue a Alemania en 1989 (ver recuadro). Pero más allá de anécdotas de este tipo, se sabe poco de su relación con Chile. De la lectura de Estrella distante se podría deducir que su nombre era conocido entre los escritores y artistas chilenos en Europa como el propio Bolaño, quien en la voz de su alter-ego, Artu- ro Belano, habla sobre los días en que Lorenza fue Petra: “Por aquel entonces yo estaba internado en el Hospital Va- lle Hebrón de Barcelona con el híga- Colección privada (gentileza del Württembergischer Kunstverein Stuttgart, en el contexto de la exposición Réquiem por la norma ) 19

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