Palabra Pública - N°13 2019 - Universidad de Chile

acceso a mucha documentación de la policía, lo que la ayudó a confirmar los distintos relatos de sus fuentes y a construir de una forma más compleja todo el entramado político y social de aquellos años. Cazar al cazador no es sólo una cuidada investigación de un grupo de detectives que capturó a algunos de los torturadores y cómplices más brutales de la dictadura —y, al mis- mo tiempo, un material fascinante que pareciera exigir ser trasladado al mundo audiovisual: una película, una serie de televisión—, sino también una deslumbrante reconstrucción de lo que fue la década del 90 y una mirada desconocida de la transición, pues mientras este pequeño grupo de detectives iba investigando la historia de la PDI en dictadura —investigan- do a sus compañeros, a sus jefes—, Patricio Aylwin y su gobierno plani- ficaban la estrategia para buscar justi- cia por las violaciones a los derechos humanos. Y en esa estrategia, los de- tectives tendrían un papel principal, sobre todo contrarrestando el poder que aún tenía el Ejército —que los hostigaría incansablemente durante las investigaciones. —Casi todo el mundo piensa, o muchos, que esto de la persecución de violadores de derechos humanos partió después del 2000 o tras la de- tención de Pinochet en Londres, pero yo cubro justamente lo contrario, es decir, llego hasta el arresto de Pino- chet —explica Bonnefoy, y agrega—: Yo en ese tiempo estaba muy activa periodísticamente, pero desconocía que había sucedido todo esto. Me acuerdo, por ejemplo, de Romo, cuando lo detuvieron. Me acuerdo de las cosas que relato en el libro sobre ese caso, pero no había pensado en el trabajo de la policía. Había pensado más en el trabajo de los jueces, de los familiares, de la Vicaría. El caso de Osvaldo Romo es fun- damental en Cazar al cazador . No sólo porque es uno de los mejores capítulos —con una reconstrucción muy deta- llada de la persecución, el viaje de los detectives a Brasil, donde lo encontra- ron, y las inéditas maniobras políticas que el gobierno chileno tuvo que hacer para conseguir su captura en noviem- bre de 1992—, sino porque fue un golpe mediático importante. —Fue un hito de Investigacio- nes: por un lado, fue un salto a los operativos más allá del análisis de informes que llevaban haciendo ha- cía tiempo, y por otro, fue un salto de calidad: fueron a perseguirlo a Brasil y lo trajeron de vuelta con el apoyo del gobierno. Consiguieron que la opinión pública avalara el trabajo que se estaba haciendo en esta materia. Consiguieron el aval de la opi- nión publica, pero sobre todo em- pezaron a ganarse la confianza de al- gunos grupos de derechos humanos que seguían luchando por encontrar justicia, y que al inicio los habían re- cibido con recelo. Era inevitable: la “Yo siempre he sido muy crítica con la transición, y lo sigo siendo. Aylwin podría haber hecho las cosas de manera mucho más radical, cortar de raíz, no apegarse a la legalidad y a la Constitución de Pinochet. Pero investigando esto me doy cuenta de que se hizo más de lo que yo sospeché”. 14

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