Palabra Pública - N°13 2019 - Universidad de Chile

rismo que busca anular su potencial crítico? Tal como lo anota Butler, el género se ha conver- tido en el principal sig- nificado en disputa en el enfrentamiento de intereses entre ultrade- recha, neoliberalismo, feminismo e izquierdas. Si bien el feminismo no debe omitir la provoca- ción y enseñanza de lo queer , no parece opor- tuno abandonar hoy dicha categoría (“géne- ro”) frente a las ofensi- vas neoconservadoras que buscan renaturalizar a los cuerpos y la familia en clave antifeminista. Butler sugiere, vigilante, que debemos aplicar toda nuestra inteligencia crítica en luchar enérgicamente contra “toda forma de desactivación política del feminis- mo”, sin dejar de preguntarnos al mismo tiempo, autocríticamente, “cómo funciona el término fe- minismo, qué inversiones conlleva, qué objetivos consigue, qué alteraciones soporta”. Los límites del feminismo identitario Sus adversarios pretenden encasillar a Judith Butler en el nicho de la extravagancia queer , úni- camente interesada en las fantasías transexuales de grupos minoritarios cuyo voluntarismo individua- lista sueña con cambiar ilimitadamente de identi- dad, sexo y género. Ella sabe mejor que nadie que el mundo real no se convierte por arte de magia en un teatro de performances . Ha reconocido muchas veces que la materialidad (física, política, económi- ca y social) de los cuerpos someten dichos cuerpos a incesantes limitaciones y restricciones. Butler es la teórica de las vidas precarias y de los cuerpos vulne- rables, de las existencias sufridas, de las comunida- des estigmatizadas; y por lo mismo, se destaca por la valentía intelectual de su compromiso político con sujetos y grupos maltratados por las guerras, los dispositivos de explotación y opresión econó- micos y sociales, la falta de derecho de quienes son considerados inferiores por la violencia selectiva y “Sus enemigos no saben que Butler es mucho más peligrosa siendo lo que realmente es: no la autora de una ‘ideología del género’ sino, al revés, una pensadora cuya ‘teoría crítica’ desnaturaliza los fundamentos —morales, religiosos, culturales— de la ideología sexual dominante llamada ‘patriarcado’”. diferencial de un sistema neoliberal que los expul- sa como residuos (los pobres, los migrantes). En definitiva, Judith Butler ha ampliado su enfoque feminista a múltiples y complejas estructuras de desigualdad y subordinación que no funcionan ex- clusivamente en clave genérico-sexual. Ella le pide al feminismo salirse de la autoreferencialidad iden- titaria del “nosotras las mujeres” como grupo apar- te, para entrecruzar el género con las otras dinámi- cas de identidad y posiciones de sujeto (la clase, la raza, la edad) que intervienen en la configuración de la subjetividad individual y colectiva. En el libro Judith Butler en disputa (2012), la fi- lósofa dice: “No creo que pueda surgir una política suficiente de una frase que empieza con “soy una fe- minista” o “soy una feminista queer ”… puesto que las coaliciones que se necesitan para luchar contra la injusticia deben atravesar las categorías identitarias… Tampoco creo que las alianzas fuertes sean una mera colección de identidades ni que las identidades por ellas solas puedan orientarnos hacia temas de justicia sexual, igualdad económica, movilizaciones anti-bé- licas, luchas contemporáneas en contra de la preca- rización y la privatización de la educación pública”. Partiendo de la base de que las identidades no son absolutas sino relacionales, transitivas y contingen- tes, Butler ha insistido en que “ser una feminista” no puede adoptar la forma clausurada de una identidad pura, delimitada. La agencia feminista debe conec- tar identidades que no se asumen predeterminadas; unas identidades no fijas sino móviles, variables y en construcción. Invitar a grupos y sujetos a sumarse al proyecto feminista implica que el feminismo debe mostrarse capaz de formular proyectos de sociedad que se tornen deseables —y no intimidantes— para quienes (incluyendo a los hombres disconformes) es- tán comprometidos en otros frentes de batalla. Dice Butler en una entrevista: “el camino para derrotar a un movimiento político basado en el odio es, sin duda, no reproducir el odio. Tenemos que seguir en- contrando formas de oposición que no reproduzcan la violencia de aquellos a quienes nos oponemos… Deberíamos encontrar una manera de incorporar en nuestra práctica el rechazo a normalizar e intensificar la violencia en este mundo”. En su inigualable libro Marcos de guerra. Las vidas lloradas (2010), Judith Butler analiza la fun- ción del “marco” que consiste tanto en exhibir una 8

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=