Palabra Pública - N°11 2018 - Universidad de Chile

P.37 Nº11 2018 / P.P. de la mujer-madre, que las sancionaba en su lugar de esposa y dueña de casa, en la represión de su cuerpo y control de su sexualidad, en trabajos mal pagados y precarios, de la compasión de las damas de la elite, que con sus obras piadosas junto a la Iglesia intenta frenar los llamados males de la modernización”, señala López en su artículo “Feminismo y emancipación en la prensa obrera femenina Chile, 1890 - 1915”. A medida que las trabajadoras identificaron que sus problemas eran comunes, fueron reconociéndose como parte de una clase trabajadora y también como muje- res oprimidas por el Estado, la Iglesia y por sus propios compañeros obreros, que consideraban una amenaza la presencia de las mujeres en el trabajo no sólo porque era utilizado para disminuir los de ellos, “sino también porque de alguna manera la presencia de la mujer en el mundo del trabajo cuestiona el modelo de masculinidad construido socialmente, que atribuye a los varones la función de jefes de hogar y proveedores”, explica López. Adopción y práctica de ideas revolucionarias Las ideas socialistas y anarquistas comenzaron a per- mear la clase obrera chilena a inicios del siglo XX. Si bien no existió un movimiento anarquista consolida- do, historiadores e historiadoras coinciden en que es- tas ideas llegaron a los sectores populares por medio de hombres y mujeres anarquistas que participaron en paros y protestas de la época. La historiadora Adriana Palomera asegura en su ar- tículo “La mujer anarquista. Discursos en torno a la construcción de sujeto femenino revolucionario en los albores de la “idea””, que el anarquismo buscó “con- figurar una subjetividad e identidad política, social y cultural de las mujeres, reconociéndolas como parte constitutiva de un sujeto histórico de cambio social, capaz de emanciparse integralmente en lo público y en lo privado”.

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