Palabra Pública - N°11 2018 - Universidad de Chile

pero no fue una razón principal, que mis dos hijas decidieron volver a Chile antes que yo. Yo andaba en una gira promovien- do el libro que escribí en el exilio, estaba en Australia, Nueva Zelanda y en ese camino volví a Chile, pensando que quizás no me dejaban entrar. Y lo único que quería era volver a vivir en Chile, el país de Víctor, el país donde habían pasado esas experiencias tan importantes en mi vida. Porque en el fondo era mi país. Sin pensar en patria y conceptos de ese tipo, este era mi lugar y donde uno podía juntarse con todos los compañeros, los amigos. Pero el país al que regresas es otro país, el Chile de hoy día no tiene mucho que ver con el Chile de antes del golpe ¿Cómo lo sientes? -Bueno, para qué decir… un poqui- to decepcionante. No pasaba lo que uno pensaba que podría pasar, todos juntos lu- chando por las mismas causas que nosotros pensamos que eran tan importantes para la justicia social. No. Cambiaron muchos los valores por los cuales yo quería tanto a Chi- le. Era un país de consumismo. Ahora soy vieja, tenía la esperanza, que iba a llegar a los 45 años de la conmemoración del golpe y de nuevo juntar una masa de personas, que íbamos a ir juntos a rechazar todo lo que pasó en aquellos años. ¿Pero eso es un problema de las nuevas generaciones o es un problema del país que construimos las viejas generaciones? -Posiblemente ¿no? Creo que ha habido un entierro de mucha memoria aquí, mu- cha memoria. Por eso me da rabia cuando critican el esfuerzo de crear un Museo de la Memoria, o sea, un pequeño gesto de dejar algo dicho de lo que pasó aquí durante los años después del golpe. Me parece grave. Y me parece grave que quieran poner el otro lado del asunto, para equilibrar. Hay que contar la historia sin justificar. ¡No se puede justificar lo que pasó! ¿Tiene una imagen la felicidad? Joan, cuando piensas en Víctor, ¿Qué imagen se te viene encima? ¿Qué es lo primero que recuerdas de él?, le pregun- tomientras miro de reojo a Amanda, con su sonrisa ancha observando con com- plicidad a su madre. Joan me clava la mirada mientras res- ponde suavemente: -La ternura, la sonrisa, el amor…¿Puede tener una imagen la felicidad? No sé, pero sobre todo ver la convicción y trabajo, la creación…Víctor era una persona muy es- pecial, tenía una fuerza …Era una persona que nació en la pobreza y nunca perdió sus raíces, era un gran creador, un gran artista. Era una persona con una tremenda capaci- dad de amar al ser humano. Me sorprendo cómo Víctor de repente está en todas par- tes. Para mí es reconfortante y sorpresivo. Pienso en esa mañana cuando tú vas a la Universidad Técnica del Estado, ves la citroneta de ambos y debajo del auto hay sangre -Veo la citroneta, veo la sangre, veo el vidrio quebrado. Yo me paro ahí y veo una persona sentada y esa persona se acerca y yo le digo, perdón, pero este es el auto de mi marido, es nuestro auto. Sí, me dice, es el auto de Víctor Jara, aquí tengo su carné… Y me ayuda a sacar los vidrios del asiento de manejo, me ayuda a entrar en el auto. Era Víctor que me contó donde había de- jado el auto, a través de otra persona que estaba en el estadio y que salió. Esa cadena de personas... Esa cadena de personas que te guía hasta encontrar su cuerpo. -Sí. Yo tengo que hablar de la cadena de personas, no se me olvida. Porque es la cadena de personas que encontramos en el funeral de Neruda, el poeta que es- cribió sobre Víctor, todo eso es una cadena de personas en todo el mundo. He tenido esa experiencia en Estados Unidos, Austra- lia, Nueva Zelanda, en Europa, cadenas de personas expresando su solidaridad con lo que pasaba en Chile. Hay cadenas de per- sonas maravillosas en todo el mundo. Y también hay cadenas de personas brutales en todo el mundo. -Se acerca la fecha de los 45 años del gol- pe ¿Cómo la sientes? ¿Cómo la vives? - Siento que no hay nada resuelto. Tú me dijiste que soy una mujer optimista, ¿no? No sé. ¿No? -No. Tengo fe en la solidaridad de las personas, pero de algunas personas. Yo he tenido en la vida experiencias tan contras- tantes, pero ¿qué siento a los 45 años del golpe? Siento que hay tanta gente que ha sufrido, tanta gente que ha muerto y que en realidad no hay justicia. “El triunfo del No, no es de los partidos políticos, sino que es un movimiento del pueblo”. “Hay cadenas de personas maravillosas en todo el mundo. Y también hay cadenas de personas brutales en todo el mundo”. P.8 P.P. / Nº11 2018

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