va a controlar lo que ya fue, lo que ya se metieron
al bolsillo. Esto, por la sencilla razón de que la ley
de Pinochet decía que las universidades no lucraban,
pero no se definió una categoría penal para sancio-
nar las violaciones a la ley. En cambio ahora sí queda
definido. Creo que en Chile el lucro felizmente será
erradicado y eso es un avance del mundo estudiantil
que he felicitado. La experiencia internacional dice
que el lucro en educación es un sistema de incentivos
perverso que no es posible regular adecuadamente.
Pienso que en esta materia hay varios sacrificios que se
están haciendo en el altar de la gratuidad. En sus capí-
tulos uno y dos, el proyecto define un consejo de acre-
ditación, o sea, avanza significativamente en determi-
nar lo esencial, que es la acreditación. ¿Dónde me temo
que está el error? En que hay que sacrificarlo todo en
el altar de la gratuidad para que la calle esté contenta.
Piensen que se nombra un consejo de seis personas
cuya misión será revisar la acreditación de cerca de
seis mil programas. ¿Cuántos pares evaluadores ne-
cesitamos? ¿Qué ejército de pares evaluadores? ¿Con
qué presupuesto? ¿Con qué cantidad de consejeros
full time
se podría, en realidad, ordenar el caos? Eso
no está previsto y ¿por qué no? Porque alguien debe
haber dicho que esto costaba plata y ésa se tiene que
ir a la gratuidad. La pelea es para que, cuando este
sistema de acreditación se apruebe, no sólo sea legal-
mente válido, sino que tenga los recursos humanos y
financieros para funcionar adecuadamente.
Finalmente, quisiera referirme a la posibilidad de
que las instituciones de Educación Superior del
Estado, públicas, si las quieren llamar, crezcan en
su porcentaje de matrícula. Yo quiero que haya una
mayor matrícula en estos planteles por diversas y
obvias razones: pluralismo, laicismo y todo lo que
sabemos, pero no sabemos si el proyecto de ley ase-
gura este incremento. Ninguno de los elementos ne-
cesarios para que esto ocurra aparece en el proyecto.
Algunos dicen que a lo mejor aparecerá en el futuro,
pero parece francamente dudoso.
Quisiera terminar con dos reflexiones para desarro-
llar. Primero, tengo que hacer una inevitable y odio-
sa referencia al Transantiago. ¿Qué fue el Transantia-
go? En el principio fue el caos, el caos de las micros
amarillas. Entonces llegaron los planificadores y di-
jeron que ellos lo iban a ordenar, crear un modelo
a través del cual definirían el flujo de pasajeros por
cada línea de Metro, por cada troncal, por cada ali-
mentador. Además iban a definir el precio y así se
iba a ordenar el asunto. No pasó nada.
Bueno, ahora estamos haciendo lo mismo, porque
el proyecto de ley contempla un ente planificador
central encargado de definir, inicialmente, el aran-
cel de referencia y el número de cupos de 12 mil
programas. Me llegan a tiritar las cañuelas. Además,
como hay que sacrificarlo todo por la gratuidad, hay
plata para los aranceles, pero no para lo demás, para
el financiamiento de la investigación, por ejemplo.
Entonces, ¿dónde va a estar el gasto de implemen-
tación que hacen las universidades serias, que se
supone que hacen todo lo que hacen? ¿Dónde está
eso? Yo, por lo menos, no lo pude identificar en el
informe financiero del proyecto de ley.
Finalmente, yo objeto rotundamente el
concepto que viene de la ley, que es pro-
pio de los planificadores centrales, que es
otra forma de decir que vamos a tener uni-
versidades tipo A, tipo B, tipo C, CFT; es
decir, vamos a partir el pastel de la insti-
tucionalidad de la Educación Superior. En
el principio fue el caos y yo creo que esta
ley, por distintos mecanismos, lo va a con-
tinuar. Perdón por la dureza de las palabras.
Perdón, señora Presidenta.
“Pretender calidad y gratuidad para todos, dados los datos y las cifras… no
niego que pueda ser un ideal fantástico para un país como Alemania, pero aquí
la promesa era insensatamente desquiciada y generó las expectativas que han
ocasionado el drama político actual. ¿Por qué y cómo cambió la Presidenta su
opinión? Nunca lo sabremos”, reflexiona Mario Waissbluth.
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P.P. / Nº2 2016 / Dossier