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Chile es un país viejo. Suena exagera-

do, pero las cifras lo corroboran. Según el

informe

World Population Data Sheet

, ela-

borado por la Oficina de Referencia de la

Población de Estados Unidos y publicado

hace algunos días, en 2030 la población

nacional habrá llegado a los 20 millones

de habitantes, de los cuales un tercio co-

rresponderá a mayores de 60 años.

Esto se explica por la menguada tasa de

natalidad (1,8 hijos por mujer, una de las

más bajas del Cono Sur) y por la mejora de

las condiciones sanitarias de nuestro país,

que en pocas décadas erradicó la desnutri-

ción infantil y disminuyó notoriamente la

muerte por enfermedades infecciosas. Sin

embargo, eso aumentó dramáticamente el

padecimiento de enfermedades crónicas

asociadas a la vejez, que, en palabras del

Doctor Sergio Lavandero, Director del

Centro de Estudios Avanzados en Enfer-

medades Crónicas (ACCDiS), solían ser

“un patrimonio de los países desarrollados.

Antes uno podía calificar a un país como

desarrollado o subdesarrollado en base a las

enfermedades que tenía. Nosotros tenía-

mos enfermedades infecciosas, nos moría-

mos, teníamos desnutrición”. Ya no. Hoy

los problemas más urgentes están radicados

en patologías como el cáncer y las afeccio-

nes cardiovasculares y neurodegenerativas,

propias de un país que envejece.

Estas últimas, sobre todo, han tenido un

gran aumento en el país. Según el Primer

Estudio Global de Carga de Enferme-

dades, realizado por el Instituto para la

Medición y Evaluación de la Salud de la

Universidad de Washington y la Funda-

ción Bill y Melinda Gates, que analiza la

evolución de las enfermedades en el mun-

do, el Alzheimer es la causa de muerte que

más aumento ha tenido en Chile. En sólo

dos décadas, la enfermedad pasó de ser la

29ª causa de muerte a la quinta, lo que

representa un alza de 526%.

Por cierto, el drama no es sólo médico,

sino también, y quizás sobre todo, social.

El aumento de enfermedades de este tipo,

que pueden inhabilitar a las personas, co-

mienza a configurar un panorama en el

que confluyen la falta de especialistas, la

pobreza y sistemas de pensiones, trans-

porte y salud, por nombrar algunos, que

no están preparados para este desafío.

Las alertas en Chile comenzaron en los

‘90. A mediados de la década el Estado

creó la Comisión Nacional para el Adul-

to Mayor, que se convirtió en el Servicio

Nacional del Adulto Mayor (Senama) en

2002. Esto también incentivó que el en-

vejecimiento comenzara a considerarse

de manera más recurrente por los inves-

tigadores nacionales, ávidos de encontrar

soluciones para un país en cambio.

Sólo en la Universidad de Chile, el Pro-

grama Interdisciplinario de Estudios Ge-

rontológicos, el Observatorio Social de

Envejecimiento y Vejez en Chile y el Pro-

grama de Estudios Sistémicos en Vejez y

Envejecimiento, por nombrar algunos,

fueron instancias precursoras para abor-

dar la problemática. Sin embargo, faltaba

un esfuerzo extra.

Fue por eso que en junio de 2014 y a

petición del Rector Ennio Vivaldi, La

Universidad creó la Red Transdisciplina-

ria sobre Envejecimiento, apoyada por la

Vicerrectoría de Investigación y Desarro-

llo, con un fin claro: plantear, desde lo

público, una solución para los problemas

que acarrea el aumento de la esperanza

de vida, que en nuestro país alcanza la

cifra más alta de América Latina.

Actualmente, en la red dirigida por el

Doctor Benjamín Suárez, académico de

la Facultad de Medicina de la Universi-

dad, confluyen 51 profesionales, exper-

tos y académicos provenientes de disci-

plinas como nutrición, humanidades,

medicina, economía, sociología, sicolo-

gía, arquitectura, ciencias y odontología.

La unión hace la fuerza, dice el refrán.

Y fuerza es poco comparado con lo que

requiere el país a la hora de buscar solu-

ciones públicas acordes a los desafíos que

hoy impone el envejecimiento.

Tarea urgente:

políticas públicas

Según la encuesta Casen 2013, actualmente

las personas mayores representan el 16,7%

de la población, equivalente a 2.885.157

habitantes. La cifra es alta, pero semejante

a la de los países desarrollados. Lo realmen-

te preocupante es la velocidad con la que

Chile ha alcanzado estos números. Mien-

tras Francia demoró 115 años en doblar su

población de adultos mayores de 65 años

(de 7% a 14%), se espera que en Chile este

proceso tome menos de tres décadas.

Esto impone a nuestro país una “doble

carga”, sugieren los expertos. En Europa o

Estados Unidos, por ejemplo, primero se

conquistó el desarrollo y luego vino el en-

vejecimiento acelerado. Es decir, primero

solucionaron los problemas de la pobreza

más acuciante y luego envejecieron. En

nuestro país tenemos que hacer frente a

los dos problemas al mismo tiempo.

“En Chile se nos viene una debacle eco-

nómica porque nos vamos a llenar de

viejos”, dice el Doctor Claudio Hetz,

miembro de la Red Transdisciplinaria y

Director del Laboratorio de Estrés Celu-

lar y Biomedicina. “Se van a empezar a

enfermar y no tenemos un sistema social

que se haga cargo de los viejos. Ahora

son las mismas familias las que se hacen

cargo de ellos, entonces finalmente hay

que preparar a la sociedad y al país para

generar políticas a largo plazo, porque este

problema está a la vuelta de la esquina”.

P.13

Nº2 2016 / P.P.