Mapuche Nütram

61 ir siempre vestida de mapuche, para que los estudiantes la reconocieran. Ahora ya casi nunca se viste de winka . Once años han pasado desde que partió como educadora del Emprender. Es fines de 2017 y los alumnos de cuarto medio preparan su último día de clases. Por la noche, será la gala en el mismo colegio, preparada por los compañeros de tercero medio. El colegio Emprender es particular subvencionado y gratuito y tiene más de 1.400 alumnos, distribuidos desde pre kínder hasta cuarto medio, en las ramas científico-humanista y técnico profesional, en las jornadas diurna y vespertina. Es el más solicitado del sector, cuenta, orgulloso, Claudio González Castillo, su director. Cada año postulan a él más de cuatro mil familias. Antesdeque los cuartosmedios abandonensus instalaciones por última vez, todos los escolares pasan a una ceremonia mapuche en el patio, donde tienen instalado un rewe . Elisabeth preside la ceremonia, en la que los niños de kínder tocan el kultrung y las trutruka y todos hacen una rogativa por el futuro exitoso de los muchachos y muchachas. Elisabeth es toda una autoridad en el colegio. Los alumnos la saludan en chedugun y desde hace dos años, además, fue contratada con 16 horas semanales, las que suma a las 16 horas de contrato con el Ministerio de Educación, de marzo a diciembre. Y por primera vez, como funcionaria, entonces ella tuvo derecho a algo de vacaciones, a bonos, a salud, a asignación familiar, algo poco usual entre los educadores tradicionales y, por tanto, una demanda sentida entre ellos. “Hoy podría decir que es un regalo del mongen (la vida) el ser educadora tradicional. Soy muy feliz con mi rol. Cada dungun nütram (relato oral) que le doy a los chilkatufe (esudiantes), mis ül , me fortalecen. Yo creo que los newen (las fuerzas), tañi kuyfikeche (los antiguos) me llevaron a este rol”, dice. Y si bien ella ha tenido más acercamiento con el mapuzugun, desea también enseñar el chezungun , que es la variante williche de la lengua mapuche. Su próxima meta también es volver a su tierra original, aquella que le fue despojada. “Estuvimos viendo a la muchulla (familia) para que vayamos todos a Walinto, la familia, mis tíos, mi mamá, primos, para ir a ver allá y que veamos cómo recuperar nuestra historia, porque mi familia no vivió en comunidad no porque ellos no hayan querido, sino porque hay una profunda historia detrás. Fuimos despojados” Elisabeth Lizama Catrilef

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