Mapuche Nütram

33 Por ejemplo, en parte por su gestión, se logró que una asignatura específica de mapuzugun pudiese ser inscrita por todos los estudiantes. Además de esto, se conectó con comunidades, participando de nguillatun y empapándose de la vida mapuche huilliche rural. Tras prepararse por años para ejercer la docencia formal en el área de educación diferencial, especializándose además en trastornos de Lenguaje y Comunicación en la Universidad de Antofagasta, y trabajar por 17 años como educadora diferencial, Antonia decidió dar un fuerte giro de timón y cambiar su función en la escuela. Es que esta profesora ya llevaba un buen tiempo pensando que sus estudios formales la habían llevado a enseñarles a niños chilenos a hablar mejor español y no a su propia gente a hablar mapuzugun. Esta situación, sumada a su larga vinculación con colectivos mapuche y su continuo interés por perfeccionarse en la lengua de sus ancestros, específicamente con la organización “ Kom kim mapudunguaiñ waria mew” , la llevaron a adherir a la idea de convertirse en una verdadera weychafe lingüística: una educadora tradicional. “Llegó un momento en que me dije: ‘ya, yo voy a hacer esto’. Yo me hago cargo de mi identidad, yo me reconozco mapuche. Desde ahora, ya no soy chilena y desde esta decisión, también como una postura política, me posiciono como profesora”. Un giro a su labor docente Hoy, dejando de lado la docencia tradicional, Antonia trabaja en dos escuelas como educadora tradicional. Su condición de mapuche y de profesora ha hecho que los profesores y directivos con los que se ha encontrado sean muy respetuosos y estén llanos a recibir orientaciones en relación con el ámbito cultural. Si bien esto es el resultado de un trabajo personal y un buen ambiente laboral, al principio su llegada sorprendió a muchos: “Me presenté a los profesores en mapuzugun y se produjo un silencio en la sala, así, silencio, que sólo se rompió cuando a alguien se le cayó el celular; yo sentí eso, yo creo que se impactaron (…) después les conté lo que yo iba a trabajar ahí, lo que iba a hacer, y más o menos cómo trabajaba”, cuenta Antonia. Sus estudiantes, por otro lado, empezaron desde lo básico, muchos incluso no tenían clara la existencia de los pueblos originarios en Chile. Antonia comprende que el camino será difícil, pero confía plenamente en su capacidad y experiencia. Por ejemplo, espera utilizar sus conocimientos pedagógicos en la enseñanza del mapuzugun: “Trabajé mucho tiempo con niños pequeños, entonces claro ahora era primero y segundo básico, pero tampoco son tan grandes, igual juegan, cantan, hasta los más grandes también lo hacen, escuchan cuentos y qué se yo, entonces al final yo hice lo mismo. Lo que aplicaba en la escuela de lenguaje lo apliqué al mapuzugun, entonces yo siempre trabajaba, por ejemplo, con hartos elementos concretos, y obviamente para enseñar un nuevo idioma te sirven los elementos concretos”. En este sentido, Antonia proyecta su futuro como educadora de manera muy auspiciosa, utilizando sus conocimientos de pedagogía y enseñanza de idiomas enfocados al mapuzugun, transmitiendo valores en sus clases y continuando con su batalla como weychafe lingüística, formándose y reflexionando en relación a la lengua y la cultura de su pueblo. Aquel diáfano sueño, que le mostró que su pasión por su pueblo y por enseñar es compatible, pero sobre todo que logra materializar esa convicción forjada en la cocina de sus abuelos y pulida en el movimiento mapuche, hoy es una realidad de la que tanto su tío como el resto de su familia pueden estar inmensamente orgullosos “Mi mamá tenía harto conocimiento y ella me enseñó, no tanto del mapuzugun, pero sí mucho de lo cultural, del protocolo mapuche, de cómo es el atuendo de mi zona (…).” Antonia Huentecura

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