Mujeres de la tierra

La Vivencia de la Sujeción Cuando nació el niflo, ellos estaban contentos porque era niñito hombre. ¡Mujer no queremos na'! decúm. El papd de él era muy ce/oro. celaba por cualquier cosa, decia: "Si es mu;er, no la queremos, si es hombre sí". Tampoco quenón que me controlara en el pueblo, duián qu': iban a pagar plata, que iban a fObrar muy caro {Xlra Ir a la maternidad. As( que en el campo J'O la tenia a la guagua. La mamd de él me atendió, ella en- terró la placenta, le puso la /anito en el ombligo, todo eso. El niño nació en la noche; sentú1 los dolores y no sabia como pujar, porque la señora no me decta nada tampoco . Le mandaron a avisar a mi mamd pero mi mami no fue, estaban enojados. Después andaban dicien- do que era bruja. Me trataban bien mal, me declan que era una mujer suelta, que me gustaba andar con hombres cuando iba al pueblo. Todos me dedan eso, hasta la hermana de él. Yo pensaba. si es ~·erdad, yo me POY a enojar: si no. no. Yo me re!Íl no mds y ahí r!l me pegaba; pero cuando cumplt 20 años lo en[ren1é: "No tiene por qut! estarme pegando, no es mi padre vos./" Me pegaba puñetes y mt daba patadas. A mi suegra también le pegaban y ella u dejaba no mds; lo agarraban del pelo, lo arrostraban y ella se dejaba. El hijo de ella me pegaba, entonces, cuando yo le levara té la mano, medec1á: "¡No tenis por qué lemntarle la mano a tu marido !" "Si J"O no soy esclava de él; fuera una esclava, entonces, ah( dejana que me pegara", le con testé (Rosa Cabrera)

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