La revolución norteamericana, auge y perspectivas

EL PENSAMIENTO ILUSTRADO EN NORTEAMERICA Joaquín Bm"celó En 1783, el filósofo alemán Immanuel Kant comenzaba su ensayo titu· lado ¿Qué es Ilustración? con las siguientes palabras: "Ilustración es la evasión del hombre de la incapacidad debida a sí mismo. Incapa– cidad es la impotencia para servirse de su entendimiento sin la di– rección de otro. Esta incapacidad es debida a sí mismo cuando su causa no reside en una deficiencia del entendimiento, sino en una falta de decisión y de valor para servirse de él sin la dirección de otro. ¡Sapere ande! ¡Ten valor para servirte de tu propio entendi· miento! Tal es el lema de la Ilustración". Entendida de este modo, la Ilustración no es, en rigor, un fenó– meno limitado al siglo XVIII. Como esfuerzo del hombre occidental por servirse libre e independientemente de su propio entendimiento, ella tiene su origen a mediados del siglo XVII, ese gran siglo cuya cultura ha sido comparada no sin razón con la antigua civilización griega debido a la audacia y la originalidad de sus realizaciones y a la importancia de su proyección hacia el futuro. La herencia del siglo XVII consiste en una nueva concepción de la sociedad civil y del estado, en una ciencia de la naturaleza hasta entonces desconocida y que prometía un vigoroso desarrollo, en una filosofía que cambió radicalmente los hábitos tradicionales del pensamiento, en una lite– ratura brillante, en fin, en todo un conjunto de creaciones que pero mitió preguntarse si acaso no era injustificada la ciega veneración que se sentía por las civilizaciones antiguas. La admiración ilimitada por la Grecia y la Roma clásicas era todavía de rigor entre las perso– nas cultas del siglo XVII, pero se vio amenazada por la posibilidad de reconocer que al menos los escritores modernos podían ser supe– riores a los antiguos. Era ésta una sospecha que se expresó concreta– mente en la famosa "querella de los antiguos y de los modernos", ini– ciada en 1687 cuando Charles Perrault, el autor de los célebres cuen– tos infantiles, leyó ante la Academia Francesa un poema titulado El siglo de Luis el Grande, a lo que siguió su larga polémica con Boilieu. El siglo XVIII, a su vez, nació decidido a continuar la obra de los hombres que habían fundado la historia moderna. La visión del 43

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