Materia y memoria: tesoros patrimoniales de la Universidad de Chile

académicas que hoy salpican la vida santiaguina como indicios nítidos del antiguo torrente que las situó como edificios y proyectos, o en tanto testigos privilegiados de los avatares institucionales, como la Rinconada de Maipú. Los recorridos en terreno pusieron de manifiesto que en cada espacio las diversas disciplinas producían sus memorias, algunas conmayor preocupación que otras por su conservación, pero todas albergando una serie de relatos que dan cuenta del desarrollo de las ciencias, de las artes, de las tec- nologías, de las humanidades. Asimismo pudimos captar en esta suerte de trabajo de campo lo que denominamos el“síndrome del miembro amputado”, es decir todo aquello desaparecido, expropiado o perdido que perteneció a la Universidad de Chile, como el ex Instituto Pedagógico, las sedes regionales o partes de laQuinta Normal. Un cuerpo que se pensó extendido en la ciudad y en el país, recortado, seccionado, y que hoy conserva esas imágenes no al modo de las postales cuyo sepia va diluyéndose, sino precisamente como amputaciones, operaciones dolorosas cuyo recuerdo, en términos psicoanalíticos, se vive como trauma por parte demuchos académicos y académicas. También, en los diversos circuitos encontramos los“fantasmas” que cada edificio alberga, presencias en el relato oral de las anécdotas de antiguos profesores y profesoras, estudiantes, funcionarios y funcionarias que permanecen, como las del Teatro Nacional y las viscicitudes experimentadas el día 11 de Septiembre de 1973, las cenizas del sabio Desiderio Papp que se conservan en el Archivo Central Andrés Bello, o las historias de las clases de anatomía de la Escuela de Medicina. En todos lados pudimos capturar lo queYi-Futuan denomina“topofilia”, es decir el lazo afectivo entre las personas y el lugar o el ambiente circundante. En cada facultad, departamento, instituto, museo o biblioteca encontramos a un funcionario o funcio- naria, un académico o académica que, ya sea de manera personal o encomendado(a) por las autoridades, se ocupa de mantener el patrimonio, custodiarlo y de retener la historia de los edificios, de sus cambios y de sus tesoros. Sin duda, la conservación de gran parte de la materia y de la memoria se ancla en aquellas personas que establecen un nexo emocional-institucional con objetos y narraciones que dan vida al entorno académico. Así por ejemplo, cualquier visitante se estremece cuando recorre el Observatorio del Cerro Calán y ve emerger allí un antiguo telescopio que permite hasta hoy día contemplar el universo enmedio de Santiago, pero sobre todo cuando sus custodios relatan amorosamente la historia de cada pieza, de cada lente, del ajuste del tiempo en relojes as- tronómicos y del mismomodo las nuevas tecnologías que allí se producen para la radiotelescopia. Otro ejemplo es la pertinacia con la cual los antropólogos y antropólogas, arqueólogos y arqueólogas guardan vestigios humanos, huesos, ceramios, más allá de su empleo pedagógico, como reservorio y misión en los subterráneos de la Facultad de Ciencias Sociales. La topofilia es quizás una de las actitudes más recurrentes que definen nuestra existencia institucional y la posibilidad de sumemoria frente al“canibalismo” que a partir de mediados de 1970 se instauró como política hacia la Universidad de Chile: desmantelarla, jibarizarla, quitarle el poder de ser“nacional”. Una respuesta a ello fue vivir la fragmentación atrincherada en cada espacio de sobrevivencia, pero otra -desde nues- tro punto de vista- fue la topofilia que hizo y hace prevalecer los nexos humanos afectivos con la historia de los lugares, dotándolos de densidad y haciendo restallar la fuerza de una memoria que permite renacer permanentemente porque la fuerza del devenir ha quedado impresa en ella. No hay muerte en ese pasado, sino cambio constante. Este recorrido topográfico fue complementado con entrevistas, documentos, bibliografías, y un trabajo minucioso de ar- chivos. Asimismo se realizó un registro fotográfico de los patrimonios y se contó con la valiosa cooperación de los miembros de la Red Patrimonial de nuestra institución en los inventarios de sus bienes. Cada espacio académico de lo que hoy es la Universidad de Chile puede constituir un libro particular, por eso lo que entregamos en Materia y memoria es una suerte de compendio, de antolo- gía de nuestros tesoros, una muestra de la diversidad de objetos, edificios, colecciones de arte e historias disciplinarias. El sentido actual de esta memoria puede entenderse como encarnación del espíritu público que animó y anima a nuestra Universidad: abrir sus puertas a todos y todas los que deseen entrar y democratizar el acceso a los símbolos que le son propios, pero al mismo tiempo pertenecen, por genealogía y voluntad, a todos los chilenos y chilenas. Sonia Montecino Aguirre - Alejandra Araya Espinoza Coordinadoras. 7

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