Página 99 - La democracia cristiana y el gobierno de Allende

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políticos han terminado más cerca de las pesadillas que de los sueños. De allí
nuestra visión modesta, aunque persistente, del desarrollo, que no se mide solo por
cifras promedio, sino sobre todo por el nivel de dignidad de vida de los menos
favorecidos. porque se alcance una sociedad donde la mayoría de los conflictos
puedan ser procesados negociadamente, disminuyendo al mínimo necesario el uso
de la fuerza, donde se acepte la diversidad como un bien y no debilite sino que
enriquezca la cohesión social; una sociedad donde la adscripción social sea
reducida al mínimo y donde las desventajas no se acumulen en las mismas
personas y se transmitan por generaciones; una sociedad, finalmente, donde
incluso, asumiendo la reductiva conceptualización tan en boga de “ganadores” y
“perdedores”,los “ganadores” puedan tener su recompensa pero los “perdedores”
tengan también asegurado su nivel de dignidad humana, y sus hijos puedan a su
vez ser “ganadores” si tienen el talento y los méritos para serlo.”
“Lograr una sociedad que se acerque a las características señaladas” dice Ottone ,”
está mas cerca de metas sobrias que ambiciosas, que no abrigan esperanzas de
grandes armonías, fraternidades y felicidad social. Dice más bien relación con
generar las condiciones para ir avanzando paso a paso a una sociedad donde se
expanda la libertad y en donde la democracia funcione los más efectivamente que
sea posible.”
Ya no creo que esa igualdad y libertad se conquisten con La Revolución. Ni
revolución a la chilena, ni revolución a ningún estilo. Las conquistaremos
reformando con pasión en los principios pero con prudencia en los métodos. Al final
la revolución la trajo la ciencia y la tecnología y siguen vigentes nuestra pasión por
la igualdad y la libertad.
Pero hoy”no pensamos en una epopeya utópica para Chile,...” como lo intentamos
con Allende. Y más allá de lo que pensara el propio Allende, en el debate ideológico
,que parecíamos desconocer a la hora de ofrecer alianzas en la expresión pública
cotidiana, aparecía nuestra despectiva descalificación de la democracia como
burguesa ,formal, necesariamente superable por la fuerza proletaria que sería
representada por la vanguardia conductora, El partido, y el partido del pueblo
decidiría en representación del pueblo, quien y como gobernaría .El gobierno de
Allende lo veíamos como una etapa cuya forma de continuidad al socialismo estaba
por experimentarse frente al esquema clásico establecido en los libros y en la
experiencia conocida. La adhesión a Allende nos entusiasmaba y sumaba a miles
por la posibilidad de contradecir esas experiencias haciendo el socialismo en
democracia. Pero, aunque no teníamos armas, nunca se descartó la fuerza y la
adhesión a las formas políticas que había en el mundo socialista. Desde ahí ya se
explican por si solas al menos una parte del debate sobre nuestra relación con la DC
frente al gobierno de Allende ,al que nos invita Ricardo Hormazábal.
El se encarga de recordarlo:” informe al Pleno del Comité Central del PC, publicado
en Ediciones Colo-Colo en 1977, citado por Rojas en la página 36, Luis Corvalán
dice: "Con él (Allende) tuvimos siempre buenas relaciones basadas en la
amistad, la franqueza y el respeto mutuo. Pero como es natural, no
teníamos siempre las mismas concepciones. No compartíamos, por
ejemplo, su criterio según el cual nuestra vía revolucionaria constituiría un
segundo modelo de realización del socialismo, excluyendo o haciendo