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Estas opiniones son personales y están sin duda influidas por la escuela de la
experiencia y la formación que me fue entregada por el Partido Comunista de Chile.
Pienso que el pasado está fragmentado, que la verdad se ha tornado esquiva, que
prevalecen visiones diferenciadas, reduccionistas y que los intereses partidistas
cuando se tornan estrechos carecen de vuelo obscureciendo así la construcción de
una nueva perspectiva.
A veces percibimos que algunos partidos se apropian de verdades absolutas, sin
márgenes de duda y pretenden con ellas imponerlas al conjunto. “La verdad está en
este mundo”, decía Michael Foucalt, y la que uno tiene más a mano es que siguen
existiendo clases sociales, naciones pobres y naciones ricas. Personas de altos e
insultantes ingresos y los pobres sin recursos. La sociedad globalizada desarticula la
acción humana, reduce la acción social, nos va imponiendo su compás donde se
pierden de vista las acciones comunes por objetivos de justicia social que adquieran
permanencia y real envergadura.
A pesar de lo señalado, hay salidas. La existencia de un material humano
descontaminado que ansía los cambios, esto es promisorio; con este material se
debe trabajar, coordinar, unir y principalmente se hacen imprescindibles aportes
teóricos capaces de desentrañar los fenómenos que enfrenta esta sociedad. Tomaré
del libro dos cuestiones que me parece justo dilucidar. No podemos hacer un
análisis del conjunto expuesto por Ricardo. No quiero decir que no sigamos
discutiendo sus apreciaciones y juicios, que sin duda, han sido escritos con un
objetivo político concreto.
El libro de Ricardo, es un documento fruto de sus testimonios y como él mismo lo
señala es un aporte a las discusiones, conversaciones e incluso a confrontaciones
que permitan construir el futuro. El libro que comentamos “La Democracia Cristiana
y el Gobierno de Allende”, nos conduce a situaciones, muchas de ellas desconocidas,
otras parcialmente sabidas y espacios de la memoria que se fueron alejando en el
tiempo.
Se citan en este libro, las palabras de Radomiro Tomic, quien describe, “que para
avanzar al socialismo la Democracia Cristiana estaría disponible, siempre que este
fuera impecablemente democrático, absolutamente pluralista, que se apartara de
las modalidades clásicas de la dictadura del proletariado...”, señalando que para
ello, debían cumplirse tres requisitos básicos:
1.
Que lo respaldara una amplia mayoría institucional.
2.
Que contara con una amplia mayoría social.
3.
Que tuviera una amplia mayoría política.
A treinta años del Golpe Militar, en otro escenario histórico, no podemos menos que
compartir la esencia del pensamiento de Radomiro Tomic.
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