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que nuestros muy poco originales gobernantes desean copiar aquí sistemas
socialistas imperantes en otros países, empeñándose hasta en reproducir paso a
paso sus distintas etapas, desde las iniciales, con ignorancia absoluta de que
muchos de estos países vienen de regreso del centralismo estatista y de que Chile
es una tierra diferente, con una tradición distinta y con un pueblo de un nivel
cultural superior al que tenían los pueblos de esos países cuando comenzaron sus
tareas revolucionarias”.
En su franco lenguaje, Renán continuaba diciendo: “Por eso es que los chilenos
estamos enfermos de empacho con la fraseología revolucionaria importada desde
fuera, que repiten en coro y como loros amaestrados nuestros marxistas criollos,
incapaces de interpretar el alma nacional y de aprovechar el espíritu de colaboración
de otras fuerzas políticas para poder llevar adelante un programa común de
transformaciones profundas con el respaldo de una inmensa mayoría democrática
imposible de doblegar o aplastar desde dentro y desde fuera”. Acompañado por las
ovaciones que provocaban sus palabras, Fuentealba agregaba: “Ellos han querido
despreciar esta gran ocasión histórica y han preferido marchar por el camino del
odio, del sectarismo y la violencia. He aquí porqué están fracasando, aunque con
nuestra ayuda y colaboración han conseguido éxitos parciales”. El líder DC lanzó de
nuevo la concepción de fondo que inspiraba la posición del partido: “Lo dijimos
muchas veces: sólo en la unidad de las fuerzas sociales y políticas que representan
los sectores más amplios del pueblo trabajador es posible que Chile pueda construir
un nuevo tipo de sociedad socialista a la chilena, democrática y pluralista. Pero ellos
quieren construir sobre la base del odio de clases, de la división de los chilenos en
buenos y malos, de la incitación de unos contra otros, un socialismo de tipo
tradicional, al estilo soviético o cubano, que Chile no puede aceptar”.
Es bueno tener presente que el concepto de socialismo comunitario no ha sido
aprobado nunca por un Congreso partidario, aunque sí corresponde a la decisión
adoptada en el Congreso de la JDC de 1966. Los Consejos Plenarios de la DC
adoptaron acuerdos incluyendo el concepto, pero este término era cuestionado por
importantes sectores del partido, incluido el querido maestro Jaime Castillo, quien
insistía en que era más apropiado plantear ese ideal histórico concreto con el más
tradicional concepto DC de sociedad comunitaria.
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