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22 de agosto de 1973, en la Cámara de Diputados, fuimos coherentes con esa
posición, como se verá más adelante.
Todas las decisiones principales que adoptamos, se hicieron luego de discusiones
muy intensas y apasionadas, como sucedió por ejemplo con la decisión de llevar un
candidato propio y no uno común con la izquierda en los primeros meses del 69,
debate que se resolvió por un estrecho margen, lo que provocó la renuncia de
Tomic a la candidatura presidencial, la que reasumió sólo en agosto de ese año. La
decisión definitiva de la UP de llevar su propio candidato, obligó a la DC a llevar un
candidato aparte, pero en el marco estratégico de la Unidad Social y Política del
Pueblo.
Entre los errores que recuerdo haber cometido, se encuentra mi rechazo a la
decisión de Tomic de aceptar ser candidato modificando ciertos aspectos
programáticos y dejando de lado el concepto de Unidad Popular. Presenté mi
renuncia al cargo de Primer Vicepresidente de la JDC y me retiré de una reunión de
la juventud que había recibido a Tomic con mucha frialdad. La capacidad de diálogo
mostrada por mis camaradas y una reflexión más profunda de mi parte me hicieron
darme cuenta de mi error y cambiar de actitud. No me arrepiento de haber
reconocido mi equivocación. La candidatura y el programa de la DC y el especial
atractivo que despertaba Tomic entre los jóvenes, nos hizo crecer espiritual y
políticamente.
Las dolorosas divisiones que conocimos en 1969 y 1971 fueron superadas
rápidamente. Se demostraba, una vez más, que las ideas tienen una misteriosa
manera de crecer y que mientras los políticos centren sus principales esfuerzos en
el servicio de ideales tendrán un fuerte reconocimiento ciudadano. La vida de la JDC
en esos años tuvo debates internos intensos pero, una vez resueltas las diferencias
y adoptadas las decisiones, trabajamos todos juntos.
En el partido, en general, los dos primeros años del gobierno de la UP no generaron
una confrontación excesiva. Recuerdo que Narciso Irureta y Renán Fuentealba
fueron elegidos Presidentes por acuerdo casi unánime., Sólo en 1973 se comenzó a
constatar una diferencia central entre los que queríamos que el Gobierno de Allende
terminara normalmente y los que querían que lo hiciera de cualquier forma. Todos
percibíamos el acelerado proceso de pérdida de apoyo popular que experimentaba
el Gobierno, ya que en abril del 71 obtuvo el 50% de los votos de la elección
municipal y en las elecciones parlamentarias de marzo del 73 alcanzó sólo al 42%,
es decir, perdió más del 15% en menos de un año. Bajaron 8 puntos en 11 meses,
los mismos que la DC perdió en dos años, entre el 65 y el 67, pero las
persecuciones ejercidas contra los que no eran UP, las tomas de pequeñas
empresas urbanas y agrícolas, las amenazas públicas de los grupos más extremos,
hacía reaccionar a algunos de una manera que olvidaba los riesgos de usar métodos
no democráticos.
Además, las fuerzas gobiernistas eran derrotadas por amplio margen en los sectores
juveniles, donde la JDC se convertía en mayoría absoluta y los esfuerzos millonarios
de la derecha sólo le bastaban para llegar terceros. El minoritario sector que estuvo
siempre contra la idea de apoyar a Allende, no logró asumir un rol más importante
durante los años 71 y 72, ya que no contaban con el apoyo de Frei ni de otros
personeros relevantes. Esa situación comenzó a cambiar en 1973, año en que crecía
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